Comúnmente se entiende por mito una fábula o ficción alegórica qué encierra en el fondo una verdad generalmente de orden espiritual, moral o religioso. Pero hay que tener en cuenta que los antiguos escritores daban a la voz mythos el significado de tradición, palabra, relato, rumor público, etc., y que la palabra latina fábula era sinónima de alguna cosa dicha, como sucedida en tiempos prehistóricos, y no necesariamente una ficción o invención.
Los mitos tienen una doble significación. Muchos de ellos van resultando realidades, y la mayor parte no son invenciones, sino transformaciones, puesto que tienen por punto de partida hechos reales. Los mitos –dice muy atinadamente Pococke– está ahora probado que son fábulas en la misma proporción en que los comprendemos mal, y son verdades en la proporción en que se les comprendía en otro tiempo. Los mitos han tenido y tienen aún, para las masas populares, el valor de dogmas y realidades, y constituyen la base de las religiones exotéricas. ¡De dónde viene –dice Eugenio Talbot– ese consentimiento unánime y persistente en unas creencias fundadas en el error? De esta ley lógica e indiscutible de que “todo error tiene su base en la verdad”.
En otras palabras, como lo ha comprendido tan bien Otfried Müller, los mitos no son la consecuencia elaborada de un sistema, sino una creación espontánea, irreflexiva y repentina del espíritu humano en su infancia; el mito es el antípoda de la abstracción. Nada tiene, pues, de sorprendente que la masa de la humanidad siga aferrada en todos tiempos al mito; éste forma parte de ella misma, y cuando la humanidad llega a la edad adulta no puede renegar de las creencias de su cuna. Los modernos estudios de Mitología comparada han aportado muchísima luz sobre la génesis del mundo, del hombre y de los dioses, así como sobre la historia y evolución de las principales religiones del globo. Para todo hombre pensador es de suma importancia examinar con la mayor atención los mitos bajo todos sus aspectos, aplicándoles cada una de las siete claves y descubrir las verdades trascendentales ocultas en el fondo de tales ficciones.
Extracto del glosario Teosófico
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